Permanecía sentado, allí, esperándola como cada tarde pese a que sus piernas y su vida, le iban pesando cada vez más a medida que transcurrían los días, los meses, los años.
Esperaba su regreso, su olor, su belleza, su tez blanca y fina, el brillo de sus ojos, su larga melena color azabache, su perfecta sonrisa; la esperaba a ella.
Esperaba su regreso, su olor, su belleza, su tez blanca y fina, el brillo de sus ojos, su larga melena color azabache, su perfecta sonrisa; la esperaba a ella.
Lo recuerdo sentado en aquella vieja silla, desgastada con el paso de los años. Hablando de aquella joven que un día le arrebató todo cuánto tenía de valor, su corazón, su propia vida.
Y un día, como cualquier otro, desapareció. Había salido en busca de ella.
Billy. La chica de verde.
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