jueves, 18 de noviembre de 2010

Better Day



Resulta casi imposible dormir cada noche pensando en qué hay ahí fuera; viendo que las cosas no dan más de sí.
Soldados que entregan su vida a cambio de un país que solo provoca guerras por conseguir el simbolo más importante y capaz de mover al mundo entero: el dinero. Mujeres y niños que lloran la ausencia de éstos por no tenerlos cerca y por sentirse desprotegidos.
Gente que no tiene techo donde vivir, ni qué llevarse a la boca. Ahí están, en esquinas, mirándonos con ojos bien grandes mientras al pasar cerramos los ojos o miramos hacia otro lado.
Y cada vez que rechacé un plato, no pensé en ellos ni en los miles de niños que pasan hambre día a día. Cada vez que lloro me olvido de mujeres que perdieron a sus hijos en alguna que otra tragedia. Cada vez que me compro un jersei o unas zapatillas no pienso en que el precio debería remontarse a su trabajo y no a su marca. Cada vez que voy al cine o a un concierto, me olvido de quienes no pisaron ninguno de esos dos sitios jamás. Pero un día, como hoy, y aunque me de verguenza reconocer que sea solo en "algunas" ocasiones, vuelvo a ellos. Una y otra vez durante todo el día. Y pienso que ya no vale cerrar los ojos y seguir caminando. Hay que detenerse.
Que siempre tras la lluvia, sale el sol; tras el dolor, vienen tiempos mejores; tras ruegos y esperanzas, vienen las oportunidades de ver un nuevo mundo, un mundo mejor.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Bienvenidos todos, ésta es mi confesión


Hoy quizá sea un buen día, o quizá no. Pero, ¿qué diablos estoy diciendo? Hoy es un gran día para empezar a recoger la multitud de semillas que he ido sembrando hasta el día de hoy.
Durante toda mi vida he escrito cartas, miles de cartas. Cartas dirigidas a mis padres, a mis amigos, a reyes magos e incluso a un ser ficticio al que solemos apodar ratón Pérez. Cartas con derecho a réplica de las que ni siquiera he esperado acuse de recibo.
Hasta ahora solo he esperado el cambio de algo o de alguien. No he querido palabras, he querido hechos; y en algunas ocasiones he sido afortunada y los he obtenido, en otras no.
Siempre he estado jugándo un pulso con la vida, y hasta la fecha, lo he ido ganando. Y en el día de hoy, cuando todo parece ser frío y oscuro, y cuando ya nadie parece poder salvar mi alma, ni quien soy yo, creo que he acabado por rendirme ante ella. Porque no me quedan ases en la manga ni conejos en la chistera, porque no tengo apenas fuerzas para levantar un pie del suelo. Estoy hecha a ñicos, sintiendo que malgasto la mejor etapa de mi vida. Y me desvanezco, me desvanezco lentamente, y parece que a nadie le importa.
No puedo permitirme ser una hipócrita. No puedo permitirme seguir regalando sonrisas de cara a la galería y, tras los últimos coletazos de vida del sol, tras llegar a casa, comenzar a arrastrarme por los pasillos de ésta, escuchando llantos ajenos, o eso creo yo hasta que me doy cuenta de que ésos llantos que óigo, son míos, solo míos...