A nadie le gusta sentirse rechazado, tampoco sufrir el abuso de un engaño o el desplome de una relación. Yo, por desgracia, he vivido las tres.
He sentido rechazo por algo que no he escogido, me han engañado con algo que, fielmente y durante meses, he estado creyendo; pero, debo admitirmo... mi mayor dolor ha sido ver como la llamada de una amistad se apagaba.
Los problemas ajenos fueron armaduras que hicieron de mí un ser mucho más pesado y robusto.
Acabé olvidando quién fui, quién era y, como no, quién podría llegar a ser. Mas solo era capaz de ver lo que algunos habían hecho de mí.
Pero hoy, propino duros golpes a las falsas etiquetas, a detalles sin corazón, a los cajones que guardan guiones de un pasado, el mío. Hoy decido ganarle la partida a lo que llamamos vida, ese transcurso pasajero y consecuente de acciones; pero sobre todo, despido a mis pesares, a mi negro, a mi pozo. Porque.. Sabéis? a nadie le gusta sentirse rechazado, tampoco sufrir un engaño o el desplome de una relación. A nadie.