A lo largo de toda mi vida, la cómodidad ha invadido todo cuanto me rodeaba. Ahora que desempeño una nueva etapa , las cosas cambian.
Los 5 minutos de mi casa al colegio, se han convertido en la hora y cuarto que utilizo cada mañana hasta llegar a la universidad.
Pero no la cambio por nada. Aprendo sin necesidad de preguntar, de coger apuntes o utilizar algún libro. Aprendo de la vida, del alto, del bajo, del solitario, del sociable, del malhumorado, de la señora insegura agarrando con fuerza su bolso, del señor de traje que parece haberse equivocado de transporte, del pasajero de al lado con el períodico, de los estudiantes que acuden como yo a la universidad o a la escuela, de la señora mayor a la que no le cedeen el sitio, de a la que sí, de la gente agradecida y la que no lo es, de la que emiten olores agradables y de desagradables, de los impacientes, de las personas.
Cuantos días paso al rededor de las 7 y media por los pasillos de plaza cataluña escuchando pasos. Pasos que conducen al destino de cada uno, contiguo a los pasos de las 3 del medio día, al volver, cuando grandes aglomeraciones (en comparación de las 7 y media) pasan por mi lado hablando sin cesar, que atropellando la concentración de la gente o haciéndola navegar.
La vida misma, la rutina de la que todos formamos parte. :)