jueves, 30 de mayo de 2013

A cuenta gotas...

La vida es impredecible. Si algo me enseñaron, es que ésta es tan traicionera que puede dartelo todo o arrebatártelo sin previo aviso.
Nos obligamos a acudir a la hora, somos esclavos del tiempo; de las normas; de las obligaciones del día a día; somos el eslabón perdido. 
Nos pasamos media vida buscando una media naranja, cuando tenemos el naranjo plantado en el jardín de casa. 
Mermamos importancia a las cosas que realmente son relevantes y se la damos a las superfluas. Muchos cometemos el delito de trabajar para sobrevivir y vivir para trabajar. 
Cambiemos el chip. Sólo está en las manos de cada uno. Una vida, una única historia. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Navidad, ¿Dulce Navidad?


¿Dulce Navidad? Las pérdidas pesan y los ánimos decaen. No es tan dulce. Son tiempos difíciles. Muy difíciles. Añoro aquellos años, aquellos días en los que me daba miedo cruzar la puerta por toparme de frente con él. Sí, ya sabéis de quien hablo. Yo era de las que ponía la zapatería entera de casa rodeando el árbol y colocaba tres vasitos de agua milimetrados y pan en la mesita del comedor. Santa inocencia. Aquellos sí que eran tiempos dulces. Mi preocupación era que aquel bajito gordinflón no encontrara el camino a casa y que se olvidara de mí en Navidad. Recuerdo aquellos nervios, aquellas ganas de que llegase el día... Y, hoy por hoy, no queda nada de eso. Nada. Ya no hay árbol, no hay vasos de agua el día 5. Por no haber, no hay ni ilusión. 


lunes, 22 de octubre de 2012

Elisabeth, el Angel


Pureza, fuerza, valor, valentía, coraje... VIDA. Hoy hablo de ella porque no hay persona en la faz de la tierra que más valore.

Mientras el mundo se mueve por egoísmo, codicia y banalidad, ángeles caídos del cielo deambulan por las calles; y ella, sin lugar a dudas, es uno de ellos. 

Priorizamos superfluidades, idolatramos estrellas del Rock, del Soul o del Pop, pero nos olvidamos de que hay estrellas de verdad caminando cerca de nosotros. Personas con una niñez dura, personas que han apostado y han arriesgado. 

Una infancia de peleas, una adolescencia de distancia y una adultez de reencuentro. Uno de mis mayores regalos. 

La vida me ha enseñado que puede que haya quienes se crean los más grandes, los mejores; hay quienes incluso se creen que pueden vencer al mundo, vencer a la guerra; que pueden tocar a la puerta  del cielo y aposentarse; otros simplement creen que pueden quebrar rocas y superar a las manijas del reloj. A ellos les digo que no te conocen.

A ti mi prima, mi amiga, mi maestra, te deseo mi suerte porque no hay nadie que la merezca más que tú. 
Ojalá todos tus objetivos en la vida se cumplan y, ojalá, esté yo para verlo.

Te quiero, prima.

viernes, 15 de junio de 2012

Qué papel nos toca...

Hoy subí al metro. Saqué mi libro, El diario de Anna Frank. Épico. A la media hora, ya rondaba la parada de Sant Ildefonso. Línea 5, la azul. Ahí, subió una pareja de ancianos junto con su nieta de apenas dos años. Me la quedé observando. Era preciosa.

Al cabo de unos instantes me di cuenta de algo. Llevaba un audífono en cada oreja. Una niña de apenas dos años y ya con una minusvalía de ese carácter. ¿qué injusta es la vida no?
Entonces me paré a pensar en su inocencia. En que con sólo hacerle una pequeña burla, ya se reía. En lo feliz que vivía ajena a lo que comporta tener esa deficiencia auditiva. 
Cuando llegué a mi última parada, Cornellà, hice transbordo para coger el tranvía. 

Parece que la pequeña también tenía rumbo a mi dirección, por lo que continué observándola mientras esperaba al vagón que me llevaba a mi destino. La observé y la observé. Era feliz bajo su ignorancia. 
Cuando logré introducirme dentro del transporte, vi un niño que lloraba sin cesar. Lloraba porque quería jugar más tiempo con sus amigos en el parque y su madre le había negado esa opción. 
Entonces caí en la inocencia que embarca a los niños. El efecto que crea en nosotros esa etapa de nuestra vida. A ningún niño se le debería privar de su totalidad. A ninguno. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Una vez me pregunté, ¿qué es la vida?¿Acaso la vida no es él?

domingo, 27 de mayo de 2012

Feliz cumpleaños desde aquí abajo

Hoy... Hoy como cada año, es tu día, el día de las dos. Sé que acudirás a nuestra cita y sé que tú serás hoy la estrella que brilla más desde donde se pierde el mar hasta donde comienza el cielo. Sé que serás tú porque jamás faltarías a nuestro encuentro. Siempre has destacado por tu grandeza, por el amor que me desprendes aún no encontrarte físicamente conmigo. Hablo de ti. Únicamente de ti. De la que comparto y compartiré mil y un defectos y alguna que otra virtud.

Tal día como hoy, hace unos años, estábamos en algún restaurante perdido en la nada. Celebrábamos mi comunión y tu aniversario. ¿Lo recuerdas? Yo, apenas tenía 11 años, y tu vestías ese vestido violeta que tanto me gustaba. Sé que te lo compraste pensando en mí. Recuerdo días atrás, cuando fui a comprarte con la mama una cesta con las flores más bonitas que hubieras visto jamás, aquellas que tú me enseñaste a cuidar y que a día de hoy componen nuestro jardín de la torre. Lo tengo lleno, a rebosar. Ya no sé donde meter un geranio o un rosal más. Ojalá pudieras verlo. Sé que te sentirías orgullosa de estar ahí y de mí y te daría fuerzas en aquellos días en los que te cegaba tu agonía.

¿Sabes? Las cosas han cambiado mucho desde que te fuiste. Tengo novio. ¿te lo puedes creer? Al final parece que tenías razón. Estuve buscando mi flor alrededor del mundo, y la flor más bonita estaba en mi jardín... Se llama Alex. Ojalá lo conocieras y él te hubiera conocido a ti. Las cosas hubieran sido muy distintas. Te hubieras llevado bien con su padre. Cocina muy bien (pero no tanto como tú).

También han pasado otras cosas.. Llevo un tiempo sola. El papa y la mama se han ido a vivir provisionalmente a la torre. Al principio era difícil. No sabía como cocinar y me alimentaba mal, hasta que un día pensé en que a ti no te gustaría eso y empecé a mirar recetas. Ahora me voy apañando como puedo. Siempre pienso que ojalá te hubiera prestado más atención cuando cocinabas. He intentado hacer tus famosas rosquillas y tus croquetas. Manel dice que las rosquillas se parecen mucho a las que tú hacías y en cuanto a las croquetas.. sigo haciéndoles yo la forma, rebozándolas con huevo, harina y pan rallado y, por supuesto, sigo comiéndome la masa por cada dos croquetas que hago. ¿Te acuerdas cuando venía del colegio y tú me esperabas para hacerlas? ¿Que poníamos yogurt en unos moldes de helados en el congelador mientras hacíamos la masa y cuando la dejábamos reposar en la nevera ya estaba listos y nos lo comíamos sentadas en el sofá, junto a la ventana? Como echo de menos esos momentos.

Pero, tampoco han cambiado algunas... La gente sigue cumpliendo las normas por que sienten miedo y el país se está yendo abajo... Pero, mantengo la esperanza, como tú decías :"por mucho que enmierdes la cocina, luego siempre acaba recogida".

Hoy, después de unos cuantos años sin ti... Te pido perdón. Por no comprenderte lo suficiente. Por culparte de nuestra situación, cuando tu sólo eras una víctima de la vida. Deseo de todo corazón que estés donde estés puedas verme. Que me acompañes en cada paso que de y no me abandones nunca. Porque quiero que tengas en cuenta que, cada día que pasa, es uno menos para volvernos a ver.

 Feliz cumpleaños.

 Te quiere, tu nieta.

miércoles, 13 de julio de 2011

Cuando todavía hay luz



Todavía recuerdo aquellas noches de verano. Ése dulce olor a jazmín y a mi abuela cepillándome el pelo. Recuerdo la de veces que miré a la luna y le aseguré que mi abuelo, se encontraba cerca de allí, por eso ésta brillaba tanto.

Recuerdo mirar las estrellas, identificar la osa mayor, el carro y alguna que otra constelación. A medida que pasó el tiempo, continué mirando al cielo. Empecé a dudar de si mis teorías sobre mi abuelo eran ciertas, puesto que no conocía persona que pudiera brillar más que mi abuela y la luna seguía ahí, inerte. Sin brillar más, ni menos. Ya nadie me cepillaba el pelo, pero ante mí se mostraban inquietudes que no había tenido jamás.

Tras de mí, ante una de las entradas que logran elaborar nuestra casa de los veranos, se encontraban mis padres. La luz que desprendía la televisión disfrazaba sus facciones y las acentúaban ante la luz tenue de la sala de estar. Los observaba con orgullo. Ya veis, dos seres pobres en riquezas materiales, pero ricos en valores. Y los miraba con anhelo, con deseo de tener algo parecido a lo que tenían ellos. Entonces, recuerdo observarlos con admiración y volver la cabeza hacia el cielo. Un cielo en el que mil de personas depositan día tras día un deseo, una petición, una esperanza, una ilusión. Un cielo, en el que probablemente, alguien, estuvo mirándolo al mismo tiempo que yo.