Y con ella, el frío, ese frío olor a nieve que nos envuelve. Por suerte, aquellos más afortunados, la combatimos gracias a la calefacción, a mantas o a un hogar donde poder cobijarnos.
Hoy, de camino a casa, he podido encontrar la otra cara de la moneda. Aquella que se muestra en una situación desafortundada.
He visto una mujer, de unos 40, 45.. tal vez 30; No sabría precisar puesto que se la veía desgastada, inerte en el suelo, con poco aliento, con poca ilusión por algo que no sea sobrevivir a su día a día, si considera que todavía merece la pena. A veces, el desgaste humano vence a la edad.
Mi mayor impresión a sido verla la cara, quemada por el mismo frío que probablemente ha recorrido su piel éstos días atrás, mientras todos nosotros comíamos en abundancia, estábamos en família, abriamos regalos, teníamos una cama mullida en la que descansar mientras fuera el temporal retorcía a los dueños de la calle.
Y se suponía que la Navidad era compartir, no?
1 comentario:
y esque los dueños de la calle perduran en ella, pese al frio, al sol, pese a todo.
Buen texto
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